El buzón de casa despierta miedo cuando vemos algo sobresalir de él, acostumbrados como estamos a que sean las facturas las únicas que suelen venir traídas por el cartero. Abrimos el buzón viendo, con alivio, que la carta no es la típica del banco, pero algo tiene que no tranquiliza, una forma y unos colores pastel que despiertan un temor más profundo que el de una factura: nos han invitado a una boda. La cuarta en lo que llevamos de año. Luego dirán que la crisis restringe el gasto, pero parece que las bodas están exentas del ahorro: los novios acaban tirando la casa por la ventana. Y a los invitados se les incita a que hagan lo mismo por mucho que les aseguren que sólo será una simple celebración. Y entonces, ¿para qué contratan unos salones de lujo?
En fin, otra boda más. Toca buscar ropa para el evento, viaje y hotel si queda lejos de casa, regalos… Todo un dispendio al que torear con la escasa ayuda de la libreta de ahorros. Sí, sólo es una vez en la vida, pero exclusivamente para los novios. De invitados nos esperan tantas bodas que casi es mejor ir borrando amigos de la agenda que irlos aceptando por el Facebook. Pero, si no queremos tener menos amistades que un ermitaño aislado en un desierto, toca afrontar la futura boda con todo el buen espíritu que se merecen los novios. Y sí, eso también incumbe a los regalos.
¿Cuál es el mejor regalo para una boda? Muchos dirán que el mismo que para un cartero: un sobre, pero eso es algo tan impersonal que no merece la pena ni tenerlo en cuenta. A una pareja recién casada hay que regalarle algo que les haga ilusión, algo que decore el espacio en común del que a partir del momento de la boda dispondrán, un detalle que les mantenga tan unidos como los dos anillos que simbolizan el matrimonio. Bien. Después de esta colección de buenos propósitos vamos a lo que realmente importa: ¿de cuánto patrimonio disponemos? Aunque parezca mentira, un gran regalo está al alcance de todos los bolsillos, tanto de los más holgados como de aquellos que apenas guardan unas migas de pan. Sólo es cuestión de encontrar el detalle que mejor encaja, como cuando jugamos al Tetris.
Los marcos de foto son una gran propuesta. Elegantes, valiosos y personalizables con la mejor instantánea de la boda, ideales para presidir la mesilla de noche. O un joyero con el que guardar los anillos, que simbolice el espacio común al que se comprometieron en el casamiento. ¿Y qué tal un regalo que prepare el terreno para la futura ampliación de la familia? Peluches de bebé, sujetachupetes, menaje para la hora de la comida… Toda una indirecta que, sobre todo, les resultará muy útil a los novios cuando se acerque el momento de tener un niño. Pero si con todo lo anterior no hemos tenido suficiente, también podemos encontrar un regalo entre los objetos de decoración para el comedor, menaje de cocina, vinotecas… Las posibilidades de elección son muy extensas, también las de errar en el regalo. Pero, con un poco de empeño, los novios no sólo tendrán el mejor recuerdo de su boda sino, también, los mejores deseos de sus invitados.