Diario de una vida de perros: un frío que pela

ué mañana hemos tenido hoy, diario. Aunque el primer paseo es siempre bien temprano, el de hoy lo ha sido algo más, estando la calle más oscura que el hocico de un Pastor Alemán. Y fría, lo del invierno hay que empezar a tomárselo en serio. Sí, ya sabes que no soy excesivamente friolera, pero esta mañana, nada más poner las patas en la calle, ya me entraron ganas de volver al calorcito de la cama de mis dueños. Y eso que apenas podía aguantarme de toda la noche…

Contra el frío, carreras. Así que me puse a correr como una loca de aquí para allá hasta que mis patas entraran en calor, y no tardó en unirse a mí Orión que, con su bamboleo típico de Bulldog Francés, también trataba de sacarse de encima la escarcha de madrugada que nos caía en el lomo. Aunque no sólo nosotros andábamos más tiesos que un gusano escarbando en la nieve, nuestro dueño estaba bien escondido dentro del abrigo temblando como un gato recién salido del baño. Total, que el paseo matutino duró lo justo para vaciar todas las ganas, incluidas las de correr, y antes de que pudiera pensar en seguir rastros, ya estábamos de vuelta en casa, con el calorcito de las estufas. Vaya, que sólo me he movido de ellas para escribirte estas líneas, y ahora me voy de vuelta. Aunque antes voy a ver si puedo saludar a Rodolfo…

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