Siempre hemos hablado de lo complicado que resulta elegir un regalo, sobre todo para alguien del que no conoces muy bien sus gustos. Ya se sabe, acertar con una persona es como acertar en una diana, de hecho es exactamente los mismo. Por eso, también es extraordinariamente complicado el caso contrario: ¿qué pasa cuando se tienen cientos de ideas de regalo? Encontrar una puede ser más simple que descartar cien, aunque sólo sea por el tema de la cantidad.
Las ideas de regalo son como los presentimientos: o se tienen o no se tienen, pero cuando una se arraiga acaba desplazando a las demás por mucho que parezca demasiado absurda. Siempre pensamos en lo que más gusta, en lo que puede ser más original, aunque, como es lógico, todas las ideas de regalo tienen que atravesar el tamiz que constituyen nuestros propios gustos. Puede que un objeto en concreto sea lo mejor para la persona que va a ser homenajeada, pero si este no nos gusta a nosotros se acabará resistiendo hasta que el resto de ideas de regalo vayan esfumándose una a una por imposibles. Vale, el ordenador puede ser lo que mas le guste. ¿Y qué pasa con nuestro presupuesto? Aquí está la clave, en casar todas las variables con nuestro economía. Casi siempre limitada, claro.
¿Cuántas ideas de regalo tenemos? Vayamos descartando las que se escapen a nuestro presupuesto con un pequeño margen que podamos asumir en el caso de que, tras rompernos la cabeza, no hayamos encontrado nada que valga la pena. Visitemos todas las tiendas que nos permita nuestro tiempo, valoremos las propuestas que sobrevivan a los primeros descartes y compartamos nuestras opciones con el resto de personas que también estén en el mismo dilema comparando nuestras ideas de regalo con las suyas. Quién sabe, puede que así también eliminemos posibles compras al haberse adquirido ya por otra persona.
Está claro que nuestro esfuerzo dependerá de la relación que tengamos con el afortunado. Así que, en el caso de que merezca todo nuestro tiempo y quebraderos de cabeza, ya tendríamos que haber reducido a cuatro o cinco todas las ideas de regalo que teníamos en un principio. Pongámoslas sobre la mesa, comparemos con nuestro presupuesto por enésima vez y, si no nos decidimos, elijamos la opción que nos dé mejores augurios. Sí será la más cara, aquella que descartamos la primera vez de entre todas las ideas de regalo precisamente porque se escapaba del presupuesto. ¿Y para eso tanto trabajo? Pues sí, agradar requiere de mucho esfuerzo. Al fin y al cabo, si alguien se merece un buen regalo es porque también se merece todos nuestros mejores deseos.