El amigo invisible, ¿quién no ha participado alguna vez en esta especie de concurso en el el que el premio es un regalo doblemente misterioso? Por el regalo en sí, ya que todos lo son, y por la persona que ha ideado la sorpresa, todo un misterio que nunca suele confesarse. Por fortuna, porque hay cada regalo del amigo invisible que podía constituir automáticamente una ruptura de la amistad si supiéramos quién nos lo ha hecho. ¿Acaso necesitábamos otro peluche con forma de corazón?
Recurrir al amigo invisible es una buena manera de rentabilizar los regalos de Reyes, fin de curso, despido por ERE o cualquier otra fiesta de amigos que deseen pasárselo bien a costa del regalo misterioso que se recibe, siempre al azar (mientras no se amañe). Está claro que, como nadie sabe a quién le va a tocar y todo se hace de forma anónima (supuestamente), todos aprovechamos la coyuntura para hacernos los graciosos o colocar cualquier trasto perdido que tenemos por casa, con lo que se reciben tantos objetos extraños como regalo misterioso que muchos podrían montar un puesto en el mercadillo o una tienda de todo a un euro. Sí, más que el amigo invisible es el amigo bromista.
Aunque claro, también hay excepciones, siempre hay un regalo misterioso que escapa a la norma de austeridad y falta de imaginación desbancando al resto por su originalidad y buen gusto. Los topes son algo común en el amigo invisible, por lo que hay quienes aprovechan mejor o peor la condición del dinero máximo para así sobresalir entre el resto por la afortunada elección de su regalo, sobre todo teniendo en cuenta a quien lo recibe, claro. Sí, ocurre a veces: gracias a ser invisible y misterioso hay algunos que aprovechan para sacar su vena detallista y no se dejan influir por el espíritu bromista del resto. ¿Alguna vez hemos recibido un gran regalo misterioso? Y no nos referimos a grande de tamaño, sino en calidad. No, prácticamente nunca, eso sí que es un misterio.
Yendo a contracorriente, la próxima vez que nos inviten a una fiesta con el amigo invisible como protagonista tratemos de sobresalir con nuestro regalo misterioso aunque nadie vaya a saber que hemos sido nosotros quienes lo hemos comprado. Es toda una lotería, pero puede ocurrir que ese regalo caiga en manos de la persona que nos interesa, nunca se sabe (o sí, hay cientos de trampas). Entonces, podremos acercarnos y confesar: «ese regalo misterioso que tienes en tus manos ha sido idea mía». Tras la sorpresa, responderá mirando el peluche con forma de corazón que nos ha tocado a nosotros: «qué casualidad, el que tienes tú también».