Ya habíamos hablado de si eran adecuadas las mascotas como regalo para un niño o no y, tras exponer la situación y bucear en ella, concluimos que siempre y cuando mantengamos una relación entre el niño y la mascota de cuidado y respeto, supervisado en todo momento por los padres, podría resultar beneficioso para la maduración del pequeño. Ahora bien: ¿qué pasa cuando nos piden un cachorro como regalo? De gato o perro son los más corrientes y los que todos hemos querido en casa cuando éramos pequeños. Suponen un mayor nivel de cuidados y responsabilidad que un hámster o una mascota similar, por lo que la valoración de los padres ha de ser consecuente con la maduración de su hijo y el compromiso de toda la familia con el futuro cachorro y los años que seguirán hasta que crezca. Sí, no es un regalo: es una vida que depende de todos nosotros.
Ante todo, hemos de tener en cuenta el espacio del que dispone toda la familia para vivir y de si este es suficiente para que un cachorro pueda desarrollarse sin problemas. Está claro que no todos tienen las mismas necesidades por lo que, si finalmente optamos por un regalo de este tipo, deberemos de tener en cuenta lo básico para que el cachorro viva con comodidad y, cómo no, adaptado al tiempo del que dispone la familia. Está claro que no todos tenemos el mismo tiempo y que el niño que debe de responsabilizarse en primer plano del cachorro no estará con él constantemente, por eso hay que asegurarse de que el resto de la familia no le deje solo en exceso. Una vida no es un regalo, pero cualquier cachorro sí provoca muchas de esas buenas sensaciones aparte de los beneficios que intrínsecamente aportan los animales: compañía, seguridad, afecto, disciplina, conceptos que el niño asimilará desde un principio como propios al que se le sumarán las responsabilidades propias de hacerse cargo de parte de los cuidados necesarios de todo cachorro.
En ningún momento queremos banalizar o degradar al nivel de un simple regalo a un cachorro, todos debemos de tener claro que no es ningún objeto y que en ningún momento se le debe de tratar como tal: es un miembro más de la familia y en eso se convertirá cuando decidamos adoptarlo. Ningún niño puede hacerse cargo de un cachorro en solitario, mucho menos cuando crezca, pero sí puede constituir un claro ejemplo de lo que le deparará el futuro y una manera positiva de inculcarle los valores y responsabilidades que le harán más humano y respetuoso con los animales. En ningún caso hemos de pensar que un cachorro como regalo es una alternativa a cualquier objeto que podamos comprar, mucho menos cuando se trata de un niño quien nos ha hecho la petición. Actuar en consecuencia es la clave para que no acabemos cansándonos del animal abandonándolo a las primeras de cambio, debemos de tener en cuenta que será un sacrificio para la familia al completo. ¿Y la recompensa? Todo el amor que sólo puede dar un cachorro, haciéndose mayor junto a nuestro hijo. Eso sí que es todo un regalo.