Qué son las Puppy Parties y para qué sirven.
Las Puppy parties son encuentros o reuniones entre cachorros de edades similares, que tienen como objetivo principal que éstos se socialicen con otros cachorros y con personas, que aprendan las órdenes básicas y que se habitúen al manejo del veterinario y a las visitas a la clínica. Para el propietario es una forma de aumentar el vínculo con su perro, a la vez que aprende sobre su educación, sus necesidades básicas y su comportamiento normal y las formas de detectar posibles problemas de comportamiento.
Suelen llevarse a cabo en la recepción de la clínica, previamente despejada y desinfectada; y básicamente son sesiones de socialización mucho menos estructuradas que las clases de cachorros. Todos los cachorros juegan mientras se fomenta el contacto con el personal de la clínica y los distintos propietarios que acuden a la sesión.
Mientras tanto se ofrece una pequeña charla sobre educación y comportamiento por parte del mismo veterinario, un especialista en conducta o un educador canino. También puede coexistir esta información con consejos sobre higiene, vacunación y alimentación del cachorro.
Los cachorros deben estar vacunados y desparasitados para poder acudir a estas sesiones.
Estas sesiones constituyen una parte esencial de los programas de prevención de problemas de comportamiento.
El juego
La metodología de las Puppy parties está basada en el juego. El juego es de una importancia esencial en los animales altriciales, de manera que mediante él los cachorros “practican” los comportamientos que posteriormente formarán parte de sus patrones fijos de conducta. El juego es esencial para el aprendizaje. Los cachorros que se crían separados de sus madres o de sus camadas muestran una mayor sensibilidad a todo tipo de contacto social, llegando a desarrollar problemas de aprendizaje, fobias, hiperactividad, ansiedad generalizada y un largo etcétera.
Además, mediante el juego los perros aprenden a ejercitar y desarrollar la coordinación motora, lo que les servirá para su posterior adaptación a distintos ambientes y entrenamientos.
Mientras los cachorros juegan nada es serio. Ninguna conducta llega a terminar su display, sino que se repiten una y otra vez y se intercalan con otras distintas, de manera que cada cachorro puede representar todos los roles posibles.
Debemos proporcionar por tanto, un espacio libre de objetos con los que el cachorro pueda hacerse daño; a la vez que lleno de otros con los que los cachorros puedan experimentar distintas sensaciones: diversos tipos de juguetes, globos, elementos sonoros, estímulos visuales, etc.
Es fundamental que en las sesiones coexistan cachorros de distintas razas, tamaños y colores, así como personas y a ser posible, niños. De esta manera se fomenta la impronta intra e inter específica.
Los cachorros deberán estar por supuesto libres, en un espacio sin peligros. No se deben proteger ni forzar por parte de los propietarios, para no reforzar el miedo y promover que sean ellos mismos los que se integren en el ambiente.
El periodo de socialización
El periodo ideal para realizar estas sesiones es el periodo de socialización del cachorro. Este periodo está comprendido aproximadamente entre las 3 y las 12 semanas de edad, en algunos individuos hasta 4. Empieza cuando en el cachorro se desarrollan los sentidos y la coordinación motora, de forma que puede empezar a interaccionar con su entorno y a adquirir estímulos, procesarlos y convertirlos en experiencias que luego le servirán para desarrollar conductas. Acaba cuando aparecen las primeras respuestas de miedo ante estímulos del entorno.
Este periodo es tan importante en la vida del perro que muchos lo llaman periodo crítico, ya que todo lo que el cachorro aprenda durante estas semanas, quedará fijado en sus patrones de conducta. Es muy importante que el cachorro permanezca con su madre y hermanos hasta las 8 semanas, si puede ser, y que el resto de la socialización la acabe en su nuevo hogar, con sus nuevos dueños.
Por lo tanto la edad ideal para acudir a las sesiones estaría entre las 8 y las 12 semanas.
Mediante el contacto con su madre, ésta ejerce sobre los cachorros acciones correctivas de comportamientos inadecuados, por ejemplo, “la inhibición de la mordida”, inhibe también las conductas demasiado dominantes, las conductas de protesta, les habitúa progresivamente al desapego, es decir, a separarse de la madre y emprender una vida propia. Con sus hermanos de camada, y mediante el juego, aprenden también a controlar la mordida y a establecer la jerarquía practicando la dominancia y la sumisión, aunque no es hasta los 4 meses cuando la jerarquía queda establecida. A través del contacto con personas y otros animales se lleva a cabo el reconocimiento de especie, y así el cachorro aprende a convivir con otras especies distintas a la suya, previniendo posibles comportamientos posteriores de miedo hacia personas u otros perros. También se habitúa a todo tipo de estímulos externos, de los que los más importantes de cara a problemas de comportamiento son los ruidos intensos. Y, por último aprenden las normas de eliminación adecuada, desarrollando una preferencia por un determinado sustrato y lugar sobre las 8-9 semanas.
De todo esto debemos deducir que lo ideal a la hora de adoptar un cachorro, para actuar desde la prevención como queremos, es dejar, por un lado, que su madre y hermanos le enseñen lo correspondiente a su especie, y por otro, terminar de enseñarle nosotros lo correspondiente a la nuestra. Y para ello sería necesario dejarlo con su camada hasta las 7-8 semanas y luego introducirlo en las Puppy parties y clases de socialización, aprender todo lo necesario sobre su comportamiento normal y sobre cómo educarlo para mantener una relación sana y una convivencia equilibrada en nuestra sociedad. La idea esencial es crearle al cachorro un MINIMUNDO a su medida, enseñarle lo que va a ser su mundo en muy poco tiempo, para que más adelante sea capaz de reconocerlo todo como familiar.
Autora: Rosana Álvarez, Etóloga Veterinaria.