Diario de una vida de perros: Pantuflo

esulta que ayer no vino la dueña de mi nuevo amigo Boxer, así que se quedó con nosotros a la espera de que hoy pudiera regresar a su casa. Y la noche fue todo un espectáculo, empezando por la hora de la cena: ¡se comió de una sentada toda la comida! Y no sólo la suya, diario, también mi plato y el de Orión. Este Boxer tiene el estómago más grande que la vejiga de un Gran Danés después de todo un día sin salir de paseo…

Al final se acabó ventilando medio paquete de pienso. Pero no pienses que la gula acabó ahí, en un descuido de mi dueño apañó una de sus zapatillas de andar por casa y la hizo añicos, con trozos más pequeños que una pulga. Y no te exagero, casi no quedó nada. Así que se le ha quedado el mote de Pantuflo, a pesar de que nuestro amigo realmente se llame Rock. Tiene los músculos como una roca, seguro que de ahí le viene el nombre.

Parece que sea compañero de toda la vida, a pesar de que no haga apenas unos días que nos conocemos. Pero es que resulta tan sencilla la amistad entre perros… Sí, diario, los humanos deberían de aprender de nosotros. ¿Para qué pelearse si todos podemos vivir bajo el mismo techo?

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