Orión se le ha quedado marcado el fin de semana que pasamos en casa de Pantuflo, ayer echaba de menos las carreras que se pegaba con él y con sus tres compañeros perros de familia. Ahí donde le ves siempre le encanta ir corriendo a todos los sitios, a pesar de que su cuerpo regordete de Bulldog Francés le quite la respiración cada vez que da tres zancadas. Pero eso no le impide jugar a revolcarse, y ayer estuvimos toda la tarde correteando por casa. A ver si se ponía un poco más contento…
No es que nuestro jardín sea reducido, pero, en comparación con el de la dueña de Pantuflo, resulta más pequeño que un cachorro de Chihuahua. Aunque eso no fue excusa para perseguirnos por entre las hierbas, árboles, parterres de flores, comedor, por encima de la cama de mis dueños… jugando al “pilla-pilla” hasta que los dos ya no pudimos levantar una pata. Y créeme que, aunque Orión no tenga mucha velocidad, sí que posee aguante, por lo que casi acaba conmigo. Sí, diario, hoy me he levantado más cansada que un Husky tras tirar él solo del trineo. Aunque bien contenta, a Orión le veo muy animado. Y esta tarde toca volver a correr, que ya he recuperado fuerzas tras echarle los colmillos a un filete extraviado de la comida…