Diario de una vida de perros: un árbol en mitad del jardín

oy es la noche de Halloween, diario, y no tengo ningún misterio. Sí, sé que la semana pasada te hablé de un misterioso agujero y de cómo se tapó igual de misteriosamente, apareciendo un palo en su lugar. Pero resulta que no deja de ser algo corriente: mi dueño se empeñó en plantar un árbol por la noche, sin que Orión ni yo le viéramos ni escucháramos. ¿Por qué? Quién sabe…

El caso es que no sé qué tendrá de misterioso ese árbol, es como un palo erguido en mitad del jardín al que apenas le han salido un par de ramitas en lo alto. Como las orejas de un Pastor Alemán antes de ladrar a un extraño. Eso sí, se han encargado de ponerle una pequeña valla alrededor para que ni Orión ni yo podamos volver a marcarlo, ahora no podemos ni olerlo. ¿Qué tendrá de especial ese árbol? A lo mejor da filetes como fruto. Mmm… ya los estoy saboreando.

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