Trastornos en los que se manifiesta el estrés.
¿Podríamos llamarlos psicosomáticos? Bueno, según la definición de ese término sí, ya que son trastornos, tanto físicos como de conducta que se manifiestan debido a una situación de estrés crónico.
Es curioso como la mayoría de los clientes propietarios de gatos a los que visito no reconocen casi nunca que haya existido o exista una situación estresante para su gato. O bien porque haya un trastorno de agresividad hacia personas o entre gatos, una estereotipia o un trastorno alimentario como anorexia, bulimia o pica.
En la mayoría de las ocasiones, no es posible encontrar la causa inicial que provocó ese cambio. Pero a veces son cosas tan simples como haber llevado al gato al veterinario, un viaje, una hospitalización del animal, un olor extraño, la visita de alguien desconocido; o más graves como problemas de socialización temprana, separación prematura de la madre, el no respeto de el etograma propio de la especie o la introducción de un gato tras otro en una casa con el consiguiente problema de territorio.
Un ejemplo de patología orgánica asociada a estrés y ansiedad es la conocida cistitis intersticial idiopática felina. Se produce una inflamación de las paredes vesicales sin poder encontrar un causante infeccioso o físico real.
Los órganos diana que en los distintos animales e individuos van a actuar como susceptibles de sufrir el estrés son variados. En el gato las patologías más frecuentes en el sentido orgánico son:
- El asma bronquial.
- La cistitis intersticial.
- La colitis crónica.
- La alopecia psicógena.
- La hiperestesia felina.
- Las enfermedades autoinmunes.
En la cuestión conductual nos encontramos con problemas como:
- Agresividad ínter e intraespecífica.
- Ansiedad generalizada.
- Fobias.
- Estereotipias.
- Pica.
- Anorexia.
- Bulimia.
- Inhibición.
- Marcaje urinario y con las uñas.
- Hiperactividad.
- Vocalizaciones.
Podríamos pensar que, tras identificar y tratar las causas estresantes subyacentes el problema, desaparecería. Sin embargo, en muchas ocasiones no ocurre así; bien porque además del estrés estaban implicados otros factores o bien porque el animal ha desarrollado una tendencia o patrón de comportamiento ritualizado o estereotipado.
Por supuesto, el tratamiento pasa por terapias en las que se reduzca el ambiente estresante (enriquecimiento ambiental), se introduzcan fármacos psicotrópicos y feromonoterapia y se modifique conductualmente a los animales y personas que conviven.
Las feromonas.
Las feromonas son sustancias químicas volátiles producidas por glándulas que se encuentran en diversas zonas corporales: periorales (alrededor de la boca), temporales (lateral de la cabeza), caudales (cola), anales, almohadillas plantares, orina, heces y saliva. La comunicación química se percibe mediante el olfato y el órgano vomeronasal a través de la conducta de flehmen.
Según la información que transmiten pueden ser de alarma, sexuales, sociales, maternales, sociales y territoriales.
Las de alarma las emiten en situaciones de estrés, con los sacos anales y principalmente con las almohadillas plantares. También pueden emitir heces y orina.
Las sexuales se emiten en el periodo de celo mediante la orina. Son detectadas a kilómetros de distancia. También existen las que sincronizan el celo de las gatas de un grupo.
Las sociales y territoriales son las que utilizan para marcar otros miembros de su grupo, ya sean objetos, otros gatos, humanos u otras especies. Estas son las que se han aislado y están disponibles comercialmente. Las utilizan frotando la cara, el cuerpo y la cola. También las territoriales están en las almohadillas plantares al rascar verticalmente con las uñas.
Las feromonas que se utilizan en el alomarcaje (marcaje mutuo entre gatos realizado por frotamiento) se han analizado y sintetizado para poder obtener un producto comercial, concretamente los compuestos responsables del marcaje social y territorial. En esto se basa la feromonoterapia. Estas feromonas, aplicadas a los gatos y en el ambiente, tienen un efecto apaciguador y reductor del estrés en la convivencia y el transporte.
El concepto de bienestar animal y el etograma
Para que un gato esté bien, entendido este concepto como que pueda desarrollar su etograma en unas condiciones mínimas y disfrute de un equilibrio homeostático que le permita adaptarse a los cambios del ambiente (euestrés), necesitaría de unas condiciones ambientales mínimas que le permitieran cumplir con sus comportamientos naturales: jugar, cazar, dormir, comer y hacer sus necesidades en un sitio tranquilo, disponer de territorios separados según actividades y demás animales existentes, acicalarse, etc.
La noción de bienestar es subjetiva, porque un gato no nos dice si está bien. Por eso es tan importante estudiar su comportamiento normal, la forma en que éste se distribuye en el día (etograma) y sus pautas y posturas de comunicación, para poder identificar el momento en el que el euestrés se convierte en estrés crónico y en el que ya lleva asociada una u otra patología.
El problema a veces, como ya he comentado, es reconocer la causa o causas que están provocando esa enfermedad psicosomática. Ojalá fuera siempre una sola causa y el problema fuera simple. Desgraciadamente no suele ser así. Pero siempre es fundamental intentar hacer desaparecer los síntomas de estrés que sean identificables y devolver al gato la homeostasis propia de una condición de bienestar.
Rosana Alvarez