a vuelto a ocurrir lo del año pasado, diario, se ve que con la lluvia han aparecido unas plantas raras en el jardín que han ido asomando la cabeza hasta que, de la noche a la mañana, estaban completamente fuera de la tierra como por arte de magia. A ver, cómo se llaman… ¡Ah, sí, setas!
Como te puedes imaginar, yo ya las conocía un poco y tampoco me acerqué más que a olerlas de refilón. Pero claro, a Orión no se le ocurrió otra cosa que merendarse una de un mordisco llevado por la ignorancia en el tema, tragándosela de un bocado. Pero no se contuvo con eso, se ve que le cogió el gusto a ese sabor a tierra y moho que tienen las setas y anduvo rastreando hasta que localizó unas cuantas más, encontrando idéntico destino en su estómago. ¿Y te imaginas qué ocurrió a las pocas horas? Exacto, un dolor de estómago más grande que un potro. Pero se le ha pasado pronto, porque esta mañana ya le he visto comerse otra seta a escondidas…