uánto tiempo sin escribir, diario, seguro que mañana tengo más agujetas en las patas que un Caniche tras su primera función de circo. Y es que realmente me ha costado poner mis patas de nuevo sobre ti, no es que me hayan pasado demasiadas cosas desde la última vez. Y la perreza también ha hecho de las suyas, he preferido tumbarme sobre la hierba aprovechando los últimos rayos de sol que relatarte mis aventuras. Aunque de hoy no pasaba, me he dicho, y aquí estoy, dispuesta a llenar una de tus páginas.
Rodolfo y yo coincidimos cada día un buen rato por la tarde, charlando como dos buenos perros mientras, cada tres o cuatro ladridos, nos damos un lametón para amenizar el rato. Y calentarnos el morro, que se te queda helado con que sólo pasen cinco minutos. Y Orión… Qué decir de él, se está volviendo todo un perrazo. Siempre teniendo en cuenta su altura, claro, ya sabes que los Bulldog Franceses son de todo menos altos. Y él parece que prefiera crecer a lo ancho, y eso que tampoco come mucho más que yo. Sí, según las palabras del propio Rodolfo, a su lado yo soy la sombra de un Yorkshire. Ay, cómo me gustan sus piropos…
En fin, prometo poner las patas sobre ti más a menudo. Es más: me lo marco como obligación. ¡Mañana nos vemos!