yer probé una cosa que no había probado antes, diario, era algo realmente extraño. Sí, cómo explicarte… Es un amasijo dulce que se te pega a los colmillos como el barro del fondo de un charco que ya no tiene agua, y que se te queda atascado en la garganta necesitando de mucha agua para conseguir dirigirlo hacia el estómago. Vale, está bueno, pero es bastante complicado de comer. ¿Cómo lo llaman los humanos? A ver… ¡Ah, sí! ¡Polvorón!
Ese es un dulce típico de Navidad, se ve que está en todas las mesas por estas fechas. Igual que unos cuadrados de azúcar a los que llaman turrones, piedras dulces de color blanco con nombre de peladillas y unos frutos secos que se ve que se comen sin cáscara: pistachos. Aunque yo me merendé un puñado sin pelar y quedé tan fresca, después del polvorón una se puede comer cualquier cosa.
En fin, que ya ha llegado de lleno la Navidad. Hemos preparado el árbol, adornado toda la casa y sacado las luces con las que mis dueños iluminan la fachada, nuestra casa llama más la atención que una camada de Caniches equilibristas. Pero le queda bien, lo ha dicho hasta Rodolfo. Y si Rodolfo lo dice es que es así, no hay nada más que hablar. ¡Cómo me gusta mi casa!