Que nadie se esconda: la Navidad se nos ha echado encima. Sí, sólo hace falta levantar un poco la vista para darse cuenta de que las luces navideñas ya han invadido las calles, uniendo las paredes de los edificios con su maraña de cables, campanas, abetos y sus «Feliz Navidad» en varios y luminosos idiomas. Es cierto, cada vez se adelantan más estas fechas y sólo sabremos que hemos entrado en esas fechas cuando nos empiecen a felicitar la Navidad los amigos, familiares y vecinos de escalera con los que nos crucemos. Esto ya no ocurre tanto como antes, es una costumbre que se va perdiendo igual que se pierden los Belenes, el aguinaldo o los coros de villancicos cantados a pleno pulmón en las calles y centros comerciales. ¿No creéis que es hora de felicitar la Navidad tal y como se hacía antiguamente? Quizá debamos resignarnos a que los tiempos cambian, aunque un poco más de afecto en las vidas tan anónimas que llevamos tampoco estaría de más.
Felicitar la Navidad… ¿Quién les iba a decir a nuestros abuelos que todas las buenas palabras y deseos que se intercambiaban en sus años ha quedado reducido a un «simple» traspaso de regalos? Simple entre comillas, claro, el hecho de regalar es una de las felicitaciones más personales que se pueden hacer cuando realmente le ponemos el empeño que se merece. Felicitar la Navidad con las clásicas felicitaciones que se enviaban por correo, felicitar la Navidad diciéndolo con una sonrisa cuando te encuentras con alguien conocido en el ascensor, felicitar la Navidad pasando el aguinaldo a aquellos susceptibles de soltar algo de dinero, escribirlo en una nota colgada en la nevera o llamar por teléfono al primer número que se nos ocurra y decir aquello de «hola, soy Edu. ¡Feliz Navidad!». Sí, esto último es algo surrealista pero, en parte, antes se hacía. Ahora nos hemos aislado tanto que apenas pensamos en algo más que en los regalos que recibiremos.
Felicitar la Navidad es un sencillo gesto que no requiere de mucho esfuerzo, tan sólo expresar nuestros sentimientos como lo haríamos el resto de los días. ¿Qué tienen de especiales estas fechas? Que los buenos deseos son algo universal. La felicidad empieza con una sonrisa y si somos capaces de despertarla, ¿no es esta la mejor manera de felicitar la Navidad?