e huele el misterio, diario, esta semana es decisiva para los humanos. Sí, tiene algo que ver con unos supuestos Reyes que se supone que son mágicos, haciéndoles regalos sin que se sepa muy bien de dónde vienen. Aunque a mí no me la dan, que por algo Chic es una perra muy lista: los regalos se los hacen entre ellos. ¿Que cómo lo sé? Porque los he olido: los tienen escondidos en el armario del dormitorio.
Puede que los humanos piensen que actúan sin que los demás se den cuenta, pero lo cierto es que van dejando demasiadas pistas por detrás como para que alguien con el olfato de un sabueso no les descubra. Y más sabuesa que yo no hay nadie en casa, que siempre descifro todos los misterios. Como esa vez que escondieron mi zapatilla en el jardín para que la buscara o me tiraron la pelota tan lejos que acabó perdida entre unos matorrales, acabé resolviendo los misterios con sólo seguir su rastro. Aunque confieso que ahora hay algo que sí me intriga, y tiene que ver con los regalos que hay en el armario del dormitorio. Puedo oler el papel de regalo, el plástico de los lazos decorando el exterior o el celo extendido sobre los paquetes. Pero hay un olor que me intriga mucho, algo como… a galletas de perro. ¿Quiere eso decir que también hay un regalo para Orión y para mí? Recuerdo que el año pasado recibí un hueso enorme, por lo que no sería extraño que estos Reyes volviera a caer algo por el estilo. Diario, no sabes cómo estoy deseando hincarle el diente a eso que huele tan bien…