Diario de una vida de perros: el escondite definitivo
esulta que el zapatero no era tan buen escondite para el hueso de juguete como pensaba, diario, mi dueño se acordó de unos zapatos que tenía allí guardados y, al ir a buscarlos, se encontró con otra sorpresa aparte del mal olor de su propio calzado. Así que tuve que volver a esconderlo, claro, parezco un escarabajo pelotero… Orión está…