Los reptiles son un tipo de mascotas que nos resultan relativamente familiares a pesar de que no conozcamos a nadie que se haya decidido a comprarse una y, entre la inmensa variedad de ellos disponible, destaca por méritos propios el camaleón, un simpático lagarto que a más de uno nos gustaría tener en nuestra casa. Sus capacidades han sido mitificadas hasta el extremo resultando, por ello, irresistible, pero, ¿es verdad todo lo que nos imaginamos del camaleón? ¿Se trata de un animal apto para convertirse en una mascota? Veámoslo. Si podemos encontrarle, claro.
Lo primero que llama la atención del camaleón es que suele ser un reptil muy pequeño, no mucho más grande que una lagartija. Claro, así se esconde cualquiera. Generalmente de color verde, posee una cola rizada en forma de caracol que puede utilizar para agarrarse, unas garras partidas en dos con dedos opuestos, que les facilita sujetarse con seguridad a las ramas, dispone de un cuerpo normalmente menudo y alargado, con unos ojos saltones que destacan por… Sí, todos lo sabemos: por poder mirar con cada uno hacia un sitio diferente. Y la lengua también llama la atención por su capacidad para extenderse atrapando así a los insectos, siendo más larga que el propio animal. El camaleón es un reptil con características muy atractivas, lo que le añade interés como mascota. Pero, ¿resulta sencillo criarlo como tal?
Para empezar, son más delicados que una relación de pareja. A la necesidad de comprarle un terrario también tendremos que sumar la de disponer de insectos en casa para alimentarle (las moscas de casa no valen), adaptarle su hábitat al original equipando el terrario con ramas, plantas y un sistema de goteo que le proporcione humedad y agua para beber, calefacción para asegurarle el mejor clima en invierno y un sistema de iluminación que imite los rayos del sol. En fin, para que viva mejor que nosotros.
El camaleón es una mascota que destacará en nuestro hogar y en todos los comentarios de nuestros amigos. Sus andares son tan divertidos que podremos estar contemplándolos durante horas sin cansarnos, igual que si le observamos cazar insectos ya que, como cualquier tertuliano televisivo, los camaleones destacan por su lengua. Y los cambios de color… Bien, no los hace exactamente como todos creemos, ya que sólo cambia si su estado de ánimo se lo indica, pero son una atracción en sí mismos y un gran tema de conversación cuando, finalmente, se decide a adoptar uno nuevo.