Solemos destacar a la semana una raza de perros en concreto de la que explicamos sus principales características físicas así como su carácter y sus principales cuidados, pero hoy nos vamos a centrar en aquellos perros que todos los estándares de raza dejan de lado, en aquellas mascotas que, por no destacar por su pedigrí, parecen carentes de categoría. Hoy hablaremos de las razas cruzadas, unos perros tan bellos, cariñosos y útiles como los que más.

Los perros de cruce no tienen una apariencia concreta, dado que no sólo se cruzan unas determinadas razas, siendo característica en ellos una mezcla de los rasgos propios del padre y de la madre. Pueden presentar diversas alturas y tamaños, así como longitudes de cola, extremidades o caída de las orejas, siendo en esta variedad donde radica su belleza.

El carácter de los perros cruzados es bueno y obediente, fiel reflejo del dueño que sabe tratarlo como se merece. Son la compañía perfecta para cualquier persona siendo también aptos, cómo no, para los niños, quienes encontrarán en estos animales un cariño y comprensión sin medida, sin que los tontos prejuicios enturbien sus miradas infantiles. Los perros de cruce disfrutan de la compañía del resto de perros así como la de los dueños, haciéndoles olvidar a estos últimos cualquier rastro de soledad.

Los cuidados son idénticos a cualquier otro perro: cepillado y baños frecuentes, paseos con regularidad, buena alimentación y, sobre todo, mucho cariño. Todos los animales necesitan afecto, pero los perros cruzados algo más, aunque sólo sea por compensar el desprecio a una supuesta falta de raza.

No tenemos que olvidar que cualquier raza de perro, por pura que sea, procede de cruces de otras que le han precedido, así hasta llegar a sus primitivos parientes, seguramente los lobos. Por tanto, ¿por qué ahora tenemos que despreciar a cualquier perro que no cuadre en los estándares de raza? Su cariño hacia nosotros siempre será el mismo: inmenso.