yer vi a una mujer que llevaba de paseo a cuatro perros, diario. Aunque casi se puede decir que ocurría al contrario, sobre todo porque se trataban de perros bastante grandes y fuertes. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: Orión comenzó a ladrarles desde lejos tirando de la correa, consiguiendo que los cuatro perros se alborotasen viniendo en dirección nuestra. Y la dueña no podía aguantarlos, parecía un musher de la Pirena.
El caso es que eran cuatro perros muy majos. Y apuestos, por qué no decirlo, cuatro perrazos de esos que resulta difícil sólo olerles el trasero. Y nos lo olimos, claro, estuvimos un buen rato conociéndonos con las narices. ¿Sabes qué me contaron? Que son nuevos en el vecindario y que aquel era el primer paseo que daban por allí. Además, me confesaron que era una suerte haberse encontrado con una perrita tan guapa el primer día. ¿Has visto que perros más amables? Tendría que aprender Rodolfo un poco de ellos, que a veces echo en falta unos ladridos igual de bonitos. ¡Ah! También yo les dije que eran muy majos. No iba a mentirles, ¿verdad?
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