Diario de una vida de perros: el fin del hueso

upongo que es lo que tenía que pasar, diario, al final me quedé sin mi hueso de juguete. No sé cómo ha ocurrido, pero resulta que la bolsa con hierba recién cortada no era tan buen escondite como pensaba porque ayer por la tarde, al ir a comprobar que seguía en el mismo sitio que el día anterior, ya no estaba. ¿Misterio? Seguro, pero resolverlo no me va a traer al hueso de vuelta.

En fin, que eso me pasa por querer esconderlo todo para que no lo encuentre Orión, lo de la envidia no lleva a ningún sitio. Pero ya sabes que resulta inevitable que uno de los perros quiera siempre lo mismo que consigue el otro, esto pasa hasta en las mejores familias. A la hora de comer, pasear, jugar con los juguetes u olisquear el trasero de otro perro, lo que quiere hacer el uno acaba deseándolo el otro. Y ahora… Tendremos una cosa menos por la que envidiarnos: mi hueso de juguete. Con lo divertido que era este juego…

Aunque no te creas que esto se ha acabado aquí, resulta que mis dueños, al ver que Orión iba detrás de mi hueso, le han comprado otro a él, aunque algo más pequeño. Y ahora que es él quien tiene algo que yo no tengo… ¿Adivinas lo que va a pasar?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.