Diario de una vida de perros: a caballito

yer me pasó una cosa curiosa, diario, y está relacionada con mi dueño bebé. No, no se comió las bolitas de mi pienso ni me dio a probar sus galletas tan ricas. A ver, cómo lo diría… Sí, se me subió a caballito, como si yo fuera un poni. O un Gran Danés de los que parecen un caballo.

¿A qué perro de familia con niños no le ha ocurrido esto? Les ha pasado a todos, seguro. Sé que no es más que una broma sin importancia, pero en el momento en el que sientes sobre el lomo el peso de una persona, por pequeña que esta sea, no puedes evitar asustarte y escurrir el bulto como un conejo cuando escucha un ruido. Y eso me pasó a mí ayer, diario, eché a correr sin mirar atrás hasta que casi me doy con las patas de la mesa. Y mi dueño bebé en el suelo riendo, claro, se ve que le hizo mucha gracia. Vale, a mí también me la hizo, pero eso fue después.

Ahora no puedo quedarme dormida en el comedor, si mi dueño bebé me encuentra con los ojos cerrados se me sube por la espalda como si fuera un John Wayne con pañales. Un día de estos me pone hasta la montura…

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