omo era de suponer, la dueña de Pantuflo vino ayer a casa para llevarse a nuestro nuevo amigo, poniéndose ambos tan contentos que era imposible no sentirse emocionada. Los reencuentros son siempre así de emotivos, diario, no hay nada más alegre que volver a encontrarte con alguien a quien no pensabas volver a ver. Incluso aunque seas un perro, no pienses que nosotros somos capaces de olvidar a nuestros dueños…
Ahora somos nosotros los que echamos de menos a Pantuflo. O Rock, que era como verdaderamente se llamaba. El caso es que ha estado muy poco tiempo, pero eso no significa que no le hayamos tomado cariño, sobre todo Orión. Sí, diario, como ambos son más o menos de la misma edad han acabado entablando una buena relación. Casi como la de hermanos de camada, a pesar de que, por tamaño, sería imposible asociarlos a la misma madre. ¿Y sabes qué? Ha prometido visitarnos, la dueña de pantuflo y los míos han congeniado muy bien, seguro que acaba trayendo a sus otros tres compañeros. ¡Seis perros paseando juntos! Eso va a ser una fiesta…